Cerca de la zona de Huertas, en la calle Espoz y Mina, justo entre Sol y la Plaza de Santa Ana, se encuentra este local a medio camino entre bar y restaurante. Lo elegimos para una cena de compañeros de curro porque no tenía mal precio y parecía que lo que se podía elegir para el menú no estaba mal. En sí, el sitio es normal y tampoco se puede pedir más... pero para el precio que tenía la comida era de baja calidad y sobre todo había sabores demasiado raros... Con la bebida no hubo mucho problema, excepto porque a la hora de las copas nos quisieron cobrar más por los cocktails que el precio acordado en un principio. El sitio es chulo porque es la típica cueva de esa zona de Madrid pero, en este caso, por ejemplo, no dejaban de caernos cosas en la cabeza... el yeso del techo se iba cayendo según se movían en el piso de arriba. Lo pasamos bien pero no por el lugar. No os lo recomendaría para ir...